lunes, 9 de abril de 2007

febreo3


Para explicar las dificultades en el manejo de las basuras también hay que remitirse a la historia de Navarro, el basurero de la capital vallecaucana. Una montaña que alcanza los 50 metros de altura, pues está hecha con residuos sólidos que se han lanzado allí desde el final de la década del 60.
Este repugnante montículo fue clausurado en 1998 mediante una resolución emitida por la Corporación Autónoma del Valle (CVC), que es la autoridad ambiental en la región. Sin embargo, durante los últimos nueve años esta decisión ha sufrido constantes aplazamientos. La medida de cierre fue tomada luego de conocer los resultados de un estudio que demostró que la acumulación de desperdicios de todo tipo, durante más de 40 años, sin cuidado o manejo técnico alguno, permitió que los venenosos líquidos que genera la basura se filtraran hasta llegar al río Cauca. Manantial de donde se saca el agua que luego bebe el 80 por ciento de los caleños, algo así como dos millones de personas. La concentración de estos líquidos contaminantes, conocidos como Lixiviados, es tan alta, que en algunos casos las plantas de potabilización del acueducto no logran eliminarlos en su totalidad. Esto es un secreto a voces entre el gremio médico de la región, que, alarmado, ve cómo se deteriora la calidad del agua en la ciudad. Esta montaña se ha convertido en vergüenza y dolor de cabeza para los caleños que lidian con los malos olores que se filtran en el aire.

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